La naturaleza viene a visitarnos a cualquier parte, incluso a la ciudad. Mientras estamos ocupados con nuestros quehaceres diarios, garzas, vencejos o estorninos surcan el cielo. Quizás podamos verlos si levantamos un momento la vista, mientras la brisa cálida acaricia nuestra piel en primavera o con el frescor que hace que las hojas se tornen anaranjadas y caigan mecidas por el viento en otoño.
Observar aves de paso es una invitación a la poesía al alcance de cualquier mirada.